Un bocado de porno que no llena: El chat convencional de los que son «discretos y varoniles»

Eran las primeras preguntas que saltaban al empezar un nuevo chat:
A: Hola
B: Que tal?
A: Todo bien, y tú?
B: Caliente jaja
A: Ummm edad?
A: Yo 21
B: Un poquito mayor 31
B: Rol?
En algún momento, hace 2 años, como quien no quiere nada, entré a un grupo de Telegram, era de Italia. Luego me uní a un grupo de Latinoamérica, después a otro, y así, iba acaparando una mayor área geográfica y un mayor número de posibilidades. Hay grupos de hasta 18.000 miembros.
Dentro de estos grupos hay diferentes formas de iniciar el intercambio. Varios usuarios envían una descripción de lo que buscan, la complexión física, la orientación sexual, con o sin vello, el rol, fetiches, gustos por determinadas prendas.
Postean las experiencias que les interesan, encuentros casuales, relaciones estables, cruising. Otros se ahorran el texto y piden directamente pasar al privado. Muchos no tienen foto de perfil, prefieren pasar de incógnito, así que usan otros nicks y ocultan sus números de teléfono.
Por lo general comienzas andando a ciegas. Ya el resto va sin rodeos, y busca satisfacerse en un espacio virtual y hedonista donde, en un principio, no prima más que la palabra y acto seguido, un pene en primer plano.
Se apuesta por lo breve y luego de eso, borrón y pinga nueva.
Reaccionar a un nude o responder de forma descarada a algún mensaje, lleva el sateo público al chat privado. Para un inexperto es necesario adaptarse cuanto antes, encontrar las mañas para hacerse deseable.
Aquí la cultura juega de las suyas, los hombres somos educados para acumular conquistas. Esta capacidad debemos demostrarla socialmente, pero también a nosotros mismos. Más allá de una vía para explorarse, se vuelve una contienda por más trofeos.
Un grupo de este tipo es una carnicería bien surtida con buenos cortes de carne, algunos pueden ser de tu agrado y otros no tanto. Uno también es un pedazo de carne.
El grupo es solo la plataforma para observar, y, sobre todo, ser observado. Las primeras veces la adrenalina se dispara con solo escribir «Que bolá?». Con el tiempo te acostumbras y tu hipersensibilidad disminuye. Tras el protocolo, siguen un sinnúmero de opciones, y para cada giro en la trama existe una respuesta.
Yo era paciente hasta que la víctima cayera por sí sola en mi boca. Sin embargo, entre tantos que se pelean por cazar, siempre resulta simpático ser la presa para observar sus tácticas. Fingir, aparentar, todo es parte de un juego donde las reglas ya están establecidas desde mucho antes, y es importante conocerlas.
Ese manual categoriza y discrimina, lo vas conociendo de boca en boca y conformando por ti mismo. Reconocerte como gay, bisexual o hetero-curioso frente a esa otra persona fija el destino del chat y el lugar que ocuparás, debajo/arriba, nunca al lado.
El sexo entre hombres tiende a las dictaduras. Carga un machismo que es la columna vertebral de las relaciones de poder. Los roles determinan quien lleva el ritmo. El activo, dominante, poseedor; el pasivo, sumiso, objeto.
Al versátil, quien rompe con ese binarismo, se le exige definirse en por cientos, como si pudiera ser cuantificado. Es un gran estigma el que cargas al determinarte como un rol u otro. Si eres alguno de los «débiles», nunca escapas al cuestionamiento, al machismo, a la subestimación.
Pese a existir un consenso entre las partes, el activo es quien mayormente determina lo que debe hacerse, lo que quiere ver, y desde un primer momento, lo que no hará en ninguna circunstancia. Ser activo va más allá de una simple preferencia sexual. Es una actitud donde preservas los rasgos del macho cis-hetero con los que creciste. Al resto nos quedan pocas opciones y lo imprescindible es complacer.
Los pedidos abarcan ciertos tipos de fotos, hacer algo en un video, provocar a través de un mensaje de voz, incluso gemir, aunque no sea espontáneo. Es crucial que ese macho no deje de oler tu deseo.
La sociedad ha estetizado todo y quiere ver, oír, catar, las representaciones del sexo. El que recibe siempre debe expresarse, así sea jadeando como un perro. Algo que ese activo nunca tardará en dejar claro, es que no está interesado en otro pene que no sea el propio. El tuyo no le interesa, te lo puedes guardar. No hace falta otro hombre si ya hay uno que lo lleva bien puesto.
Por otra parte, así como esperan a alguien dócil que no cuestione su masculinidad, no aceptan un amaneramiento. A muchos les da pavor, no importa el rol que sean. Son alérgicos a las plumas.
Una orientación sexual disidente no te salva de caer en conservadurismos. Quienes se fugan de la masculinidad normativa suelen ser vistos como poco confiables, objetos de burla.
Los que andan escondidos, que pueden ser hombres casados que llevan una doble vida, no quieren ningún roce con ellos. Estos especímenes buscan a los «discretos y varoniles», que deben entender, ante todo, que la interacción no irá más allá de una calentadera, que ellos tienen una vida respetada por la sociedad, y que nada ni nadie puede interferir en eso.
En un principio uno puede ser cómplice, pero con el tiempo, el miedo de otros a aceptarse es un peso que no se está dispuesto a cargar.
Hay usuarios con quienes estableces una complicidad más allá del sexting y llega el momento en que el chat se queda corto. La gente quiere más y lo quiere ahora.
Después de muchas fotos ya conocen tu cuarto, todos los juegos de sábana, y con suerte, han confiado lo suficiente para mostrarte sus caras mientras se vacilan desnudos en una videollamada. El morbo se ha agotado en ese espacio virtual y es necesario dejar de inflar y mostrar lo que vales.
Comienza entonces un insistente «Cuándo nos vemos?» que llegará siempre después de un saludo y unas risas. Sutilmente querrán saber tu horario de la semana para lanzarte una invitación que no puedas evadir, y para la que tendrás algunas alternativas. Podrás evitar el contacto progresivamente hasta que desista, sacar excusas bajo la manga, o aceptar.
Quizás no te atraiga tanto ni tú tampoco a él, pero no lo dejan pasar porque quién sabe mañana. Solo se piensa en sexo.
Tienes tantos packs en tu galería que a veces te asqueas. Hay quienes no, esos son los que van silenciados y archivados hasta que te aseguras de lo poco que te gustan. Entonces decides, de una vez y por todas, eliminar el chat para ambos.