La teoría del bugarrón cubano, según París Brown


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París Brown (Fotos: María Lucía Expósito)

París Brown es una brújula para encontrar ruta en las calles de La Habana. Sin pelos en la lengua, esta muchacha trans de 22 años desnuda con su experiencia una categoría célebre de las identidades LGBTIQ+: el bugarrón.

El escritor Reinaldo Arenas fue el primero que teorizó explícitamente sobre los «héroes» de la bugarronería cubana, que a veces parecen extintos como los animales prehistóricos, pero que siguen viviendo entre nosotros.  

Dice Arenas en «Antes que anochezca», sus memorias, que no sabe cómo llamar a «aquellos jóvenes cubanos de entonces», «si bugarrones o bisexuales».

«Lo cierto es que tenían sus novias y sus mujeres, y cuando iban con nosotros gozaban extraordinariamente; a veces más que con sus mujeres, que muchas veces se negaban a mamar y disfrutaban menos con ellas porque tenían prejuicios», contaba.

Para Arenas, ya el bugarrón era una especie antigua y valiosa, amenazada por las luchas del activismo LGBTIQ+.

«La belleza de las relaciones de entonces era que encontrábamos a nuestros contrarios; encontrábamos a aquel hombre, a aquel recluta poderoso que quería, desesperadamente, templamos. Éramos templados bajo los puentes, en los matorrales y en todas partes por hombres; por hombres que querían satisfacerse mientras nos las metían. Aquí (en el exilio de Estados Unidos) no es así o es difícil que sea así; todo se ha regularizado de tal modo que han creado grupos y sociedades donde es muy difícil para un homosexual encontrar un hombre; es decir, el verdadero objeto de su deseo», reflexionó Arenas, con nostalgia.

Los bugarrones cubanos, según París Brown, son tantos como en la época de Arenas, aunque cada vez son percibidos con menos admiración por pájaros y trans. Son una categoría más difusa que en el pasado, tal vez porque aceptaron su deseo anal y de los antecesores solo conservan los modales recios para proteger, a la vista de la sociedad, su masculinidad problemática.

París, a diferencia de Arenas, los describe críticamente.

―¿Qué es un bugarrón cubano?

―Los bugarrones cubanos son los hombres más masculinos que puedes ver. Los más mujeriegos, los que tienen hijos, los que incluso son homofóbicos.

Vienen haciéndose los activos. Y sí, los hay realmente, pero otros no. Algunos te dicen «soy bisexual». Otros te dicen «soy hetero». Los hay que evitan mentar la palabra «bugarrón».

Normalmente ese tipo de hombres es machista. Puede ser impulsivo o cariñoso en situaciones determinadas, pero es más rudo que otra cosa. Hace el sexo con fuerza y violencia, como que tiene un deseo tan grande. Y cuando va a la calle y encuentra lo que quiere, pues se siente como una pantera en libertad y no respeta, no oye, no entiende las decisiones propias de una.

Habla de tremendos palos en la cama, como si no supieras que es mentira. Te insiste incluso cuando le dices que no te gusta.

Hombres conversan con mujeres trans en el parque de la Fraternidad, La Habana (Foto: María Lucía Expósito)

―¿Cómo es un bugarrón en su ambiente familiar?

―Son los que prohíben que sus mujeres reciban en casa a personas homosexuales o no toleran los programas de la televisión de ese corte. Se burlan de los homosexuales en la calle, les tiran piedras. Rechazan, escupen cuando alguno les pasa cerca.

Al final, después de horas determinadas, salen a la calle a buscarte o te contactan por internet con cuentas falsas que crean para eso. A la hora de buscarte se hacen los activos, pero eso es mentira. En definitiva, el sueño o la fantasía que tienen es que una mujer trans los penetre.

―¿Cómo tratan a sus parejas sexuales?

―Hay mujeres trans que se ven más masculinas y otras más femeninas. En mi caso, que luzco femenina, ellos no logran entender que yo también soy en ocasiones activa y es algo como que choca: «Tú me gustas, lo voy a hacer contigo porque me llamas la atención», cosa que me cae fatal.

Si te ven ruda, te tratan de enamorar diciendo que te van a mantener y eso es otra mentira más.  

Son los hombres que en la calle ni te miran y te critican por la apariencia, y lo he vivido. Muchos son guapos, presidiarios, pero siempre buscan a la mujer trans para que los penetren.

La última tendencia ahora es el tema de los tríos. Una trans y una mujer, o dos trans y ellos. Estos hombres se hacen los predilectos de lo femenino y es otra mentira: les gustan los hombres masculinos y con ellos hacen el perfil de versátiles. Con otros hombres hacen solo de pasivos.

Son hombres que, para la sociedad, son el típico modelo de macho convencional. Y se ponen tangas. Ese es el bugarrón realmente.

Son machistas. No le puedes mentar su gusto por los penes porque se acomplejan. Están ocultos, acomplejados. «Corazón, si ya estás en un cuarto conmigo no te hagas, quieres meterte un pene y bien».

Los ves así altos, fuertotes. Yo he estado con hombres famosos del deporte. He estado con hombres de la Seguridad del Estado, con coroneles. No digo quiénes porque tú sabes que eso hay que reservárselo. Son más mujeres que una.

―¿Cómo se comportan en la intimidad?

―La mayoría no se reconocen bugarrones, algunos sí. Otros se dicen gay. Ahí hay tres orientaciones sexuales: bisexual, polisexual y pansexual, pero nunca son hetero. Ahí no hay nada de hetero. La mayoría no te penetra de entrada ni te hace sexo oral.

Vienen y dicen dos cosas, «soy bisexual», o si no te dicen el sexo es para gozar.

Conozco los casos de los que tienen mujer, pero tienen por fuera una pareja trans o un hombre gay por tiempo prolongado. Ellos evitan los vínculos oficiales, pero tienen esa necesidad de tener una chica trans o un gay femenino aparte.

Yo he tenido novios que tienen relaciones con sus mujeres de manera formal y han durado, al mismo tiempo, años conmigo. Se echa a perder porque no nos quieren, no nos valoran, solo nos buscan para sexo o piensan que no necesitamos de flores y cariño o que nos lleven a comer. No aceptan invitaciones y si los invitas a comer no son detallistas como lo suelen ser en sus casas.

Historia reciente. Hace poco estuve con un muchacho joven abakuá. Él tenía su mujer y se prendió conmigo de qué manera, porque quería penetrar y que lo penetraran, y tenía por dentro esos complejos.

Me encontró por una recomendación. Yo no soy de hablar y eso le daba confianza, pero todo tiene un límite, una se cansa, yo no quiero esa vida para mí. No tienen cultura, no tienen raciocinio y siempre está la típica amenaza de «si se enteran te mato» o «mira, yo soy hombre, a mí me gustan las mujeres».

Es lo que yo digo. Toda aquella persona que te dice eso, con cualquier identidad de género, es pansexual. Ellos dicen entonces que eso es una etiqueta y no es así, eso es una identidad sexual. Tiene su bandera, tiene su día específico y ellos no quieren admitirlo. Ahora la moda es decir que son «heterocuriosos» o heteros que les gusta de todo… ¡Y cómo hay «heterocuriosos»!

María Lucía Expósito

María Lucía Expósito

Fotorreportera

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