El día cualquiera de Fabián, una persona no binaria, en fotos y video


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Fabián Pérez (Fotos: María Lucía Expósito)

Fabián va por las tardes al Parque de la Fraternidad, en el mismo corazón de La Habana, a pasar un rato con sus amigas trans. Se ve femenina y pájara. Su estampa es incomprensible para la mentalidad binaria que carga la propia comunidad LGBTIQ+.

«No me molesta que me digan “él” o “ella”, me da igual», dice.

Una de las chicas le dice, algo exasperada, «acábate de definir». Otra dijo, refiriéndose a Fabián, «eso que le pasa a ella tiene un nombre: “paciente psiquiátrica”». Elle, la Fabián, se ríe de esas opiniones.

Vive con Nancy Ley, una mujer de 75 años que camina un poco con ayuda de una muleta. No puede bajar las escaleras. Fabián Pérez, «une persone» de 19 de años, se encarga de mantener la casa limpia y abastecida.

Una tarde, de paso por el barrio, elle ayudó a subir un paquete hasta el apartamento. Nancy le dijo que necesitaba una persona que ayudara en la casa. Fabián puso manos a la obra.

Nancy está sola desde que su único hijo se fue a Miami. Se quedó deprimida. Sus piernas enfermas se paralizaron más.

Para ese entonces, Fabian que vino de Artemisa, estaba terminando una relación de casi dos años con el muchacho que la trajo a vivir a La Habana. Gracias al apoyo de Nancy terminó aquel «infierno de relación» y pudo quedarse en la capital. No quería volver a su pueblo porque es un pequeño mundo todavía más binario.  

(Video: Nelson Álvarez Mairata)

Desde que iba a la escuela le gustaba la ropa «de mujer». Como no le permitían cambiarse el uniforme, elegía ropa interior femenina. Su mamá dejó que usara licras en la casa. Dice que no tuvo grandes conflictos familiares.

Fabián también se hormonó durante seis meses. Las tetas y la cara más «llena» no le gustaron. Sintió que estaban prevaleciendo las formas femeninas y que eso no le complacía tanto. «Algunas personas me dicen que me acabe de definir si hombre completo o mujer completa, pero a mí me gusta así»

Por las tardes elige la mejor ropa, se pinta la boca con un creyón rojo, pasa un ligero lápiz negro por los ojos y se pone polvo facial. Entonces sale por la calle Salud hasta el Parque de la Fraternidad. «Como por una pasarela», dice.

En el parque, las chicas trans a las que se une Fabián, conversan en un banco. Hay un grupo de muchachos que no se mezcla demasiado con ellas. A veces llaman a una. Fabian se mantiene distanciado. Uno de los muchachos es su antiguo novio.  

Una hora antes del toque de queda establecido como medida sanitaria por la covid-19, los militares desalojan el parque.

«Váyanse si no quieren que los carguen», avisa una de las amigas de Fabián.

Elle baja por la calle Salud de regreso a la casa de Nancy, que ahora es su casa.

Su día comienza en Centro Habana en las calles Salud y Belascoaín. Abajo echan gas a las fosforeras. Tres pisos arriba están Fabián y Nancy.
Fabián llegó a la capital con 17 años desde Artemisa. «Conmigo nadie se mete, ni en el barrio ni en la calle, yo me lo he ganado a base de carácter».
«Me gusta ser Fabián. Eso, y las telas anchas y negras. Nunca las faldas y sí las pantalonetas con bolsillos», dice.
De la cama al espejo, de la cocina al café, del café al sillón de Nancy.
Tiene citas virtuales diarias con su actual pareja, que vive en Andalucía. Hay cibersexo al vapor de las tres de la tarde. En España son las nueve.
Fabián: «A este cuerpo nadie lo pisotea. Nadie lo detiene. Es libre».
Nelson Álvarez Mairata

Nelson Álvarez Mairata

Reportero

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