La jamonada de las tribunas: Un asunto de mierda

Cuando estudiaba en la Vocacional, teníamos que participar en «tribunas antimperialistas» que se organizaban por toda Cuba para exigir la liberación de los Cinco Héroes.
Cuando estudiaba en la Vocacional, teníamos que participar en «tribunas antimperialistas» que se organizaban por toda Cuba para exigir la liberación de los Cinco Héroes.
Cerca de las doce lo pilla el llamado «¡Venimos a buscarlo!». Justo a la hora del almuerzo, cuando iba a disfrutar de un suculento plato compuesto de pollo ripiado, col y pimientos. Pajarerías gastronómicas, mezclas raras que se le ocurren en tiempos de extremo racionamiento.
Sin las canciones de la Vargas, esa mañana él hubiese amanecido, como hace más de dos años, nuevamente solo. Rutinario, sonoro, soñador.
«De tanto andar con maricones se te quedó el veneno», acostumbraba a decirme Dania ante alguno de mis sarcasmos. Ojalá hubiera sido ese el único de sus comentarios sobre lo que ella creía que era la maldad intrínseca de todo gay.
A las nueve menos cuarto de la mañana, puntualmente, por una minúscula rendija de la puerta, observa cada movimiento del nuevo vecino que aterrizó para inquietar su aburrida existencia.