A mí ya me habían interrogado antes, lo que nunca en plena calle, bajo el sol, rodeada por cinco tipos que nunca se identificaron ni dejaron de irrespetar mi identidad trans. Tampoco lo había hecho público anteriormente.
Así será en Cuba con todo lo que se haga para reconocer a otros grupos de la ciudadanía y otorgar garantías. Hay deudas históricas que nadie quiere pagar.
Pie de foto: Mel Herrera y la bandera trans. Ilustración de Roberto Ramos Mori
Si toda la fuerza que se está destinando en Cuba a los debates en redes sociales alrededor de las personas trans, para invalidarnos, desacreditarnos y trivializar nuestras vidas y procesos, se dirigiera hacia un interés y análisis de nuestras necesidades y derechos como ciudadanxs, estoy segura de que ante tanta presión ya tuviéramos al menos la certeza de un posible anteproyecto para una ley de identidad de género, una seña de que se está trabajando o se trabajará en ella, una fecha, —un espacio dentro del cronograma, un pronunciamiento esperanzador por parte de la institucionalidad. Un algo. Sé que puedo pecar de ingenua, pero un debate productivo siempre trae más ganancias que un debate estéril y malsano.