Nació en Pinar del Río en los años 90 pero ha eligido para vivir La Habana y su caos. Es incapaz de llegar a algún lugar sin perderse antes. Rompe con un par de estereotipos de lo que se espera de una persona cubana: nunca ha bebido café y no le gusta la salsa. Es periodista porque no ha sabido, ni querido, ser indiferente a las demás personas. Y porque cree que aún queda demasiado por mostrar. Tiene la romántica idea de quedarse para contar su país.
Colectivo LGBTI+ defendiendo la obra de Fabián Cháirez en el Palacio de Bellas Artes. Foto: Claudia Padrón.
Este sábado continuaba cerrado el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México. No abría desde el martes anterior, cuando miembros de la comunidad LGBTI+ fueron agredidos por campesinos de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA) dentro del museo. Esa semana los zapatistas decidieron bloquear las inmediaciones del local para exigir el retiro de un retrato que osó feminizar a un líder emblemático de un país machista. «Que lo quemen», gritaban los manifestantes.
Enero: Aurelia Castillo, periodista camagüeyana del siglo XIX; febrero: Laura Pollán, fundadora del movimiento de las Damas de Blanco; julio: Nerva Cot, primera obispo anglicana de Cuba; octubre: Celia Cruz, la guarachera y reina de la salsa… Y así suman 12 las mujeres cubanas incluidas en el calendario de 2020 que ha producido la campaña #UnidasPorNuestrosDerechos.
El paisaje que atraviesan las «mulas» cubanas en Puerto Príncipe. (Foto: Cortesía de los entrevistados)
Antes de que el gobierno de La Habana anunciara nuevas medidas económicas sobre la importación de bienes este 15 de octubre, las «mulas» cubanas ya sostenían el mercado negro de la Isla. Desde Haití, el país más pobre de América, venían cargadas de comida y medicamentos.
Treinta expulsiones emblemáticas de profesores y estudiantes universitarios cubanos, desde 1991 hasta 2019, demuestran que la «parametración» ideológica jamás ha cesado en Cuba.