Aguas revueltas
En medio de la maleza, el río se presenta como un antídoto natural contra el aburrimiento. Se advierte: “Río contaminado”. Pero la prohibición no detiene a los bañistas. Un fotorreportaje sobre la manera de vivir el verano en Cuba. Por Yariel Valdés.
Los muchachos –casi todos son chicos imberbes– corren con arrebato al patio de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, a zambullirse en las aguas revueltas del río Ochoa. Las ansias de atenuar el calor superan el sentido común, el miedo a las infecciones.
En medio de la maleza, el río se presenta como un antídoto natural contra el aburrimiento. Santa Clara es una ciudad sedienta, sin costa, con pocas piscinas asequibles, atravesada por dos ríos malolientes. La propia Universidad Central cuenta con una alberca olímpica, abierta al público en época de verano. Sin embargo, el río de aguas turbias, contaminadas, tienta a más bañistas que la piscina clorada.
La corriente del Ochoa “engordó”. Las recientes lluvias aumentaron el cauce y tiñeron las aguas. “¡Está fría!”, se quejan algunos, mientras que otros no tardan en zambullirse.
Los “clavadistas” ejecutan complejas demostraciones: se lanzan de frente, de espaldas, o se impulsan en largas carreras. Unos retan peligrosamente a los otros. Un chico que escala un árbol y se deja caer –al menos hay cinco metros desde la copa del árbol hasta el río– conquista la medalla de oro. “Ese muchacho no se quiere la vida”, dice alguien más en el grupo de los bañistas.
Una bocina inunda el ambiente con reguetón y trap. “¡Qué rico” −exclama uno que fue a sentarse, plácidamente, bajo la pequeña cascada. “Esto es Miami City!”, y se entrega al placer del agua fresca.
Tags: Mundo Cubiche

Ivan
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Yariel: Muy buen texto, me gustan tus fotos. Iván
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